Desde muy pequeña recuerdo que en casa al llegar la víspera de la Semana Santa ya se sacaban las indumentarias de nazareno para prepararlas para su salida penitencial.
Me vistieron la primera vez con siete meses de vida y hasta ahora lo sigo haciendo cada año. Al principio, al lado de mi madre y mi hermano que también lleva inculcado el sentir Cofrade, vivo con él la experiencia de costalero que año tras año me comenta lo grande y lo bonito que es llevar sobre sus hombros a la Reina del Cielo y a su Hijo Jesús Crucificado.
Salgo en procesión con mi hermandad el Viernes Santo por la tarde y son seis horas de recorrido que vivo intensamente, portando mi sirio y paso a paso en silencio al lado de mi Cristo hasta el final de la penitencia.
Además, también quiero hacer mención que siento un especial fervor por la imagen de Nuestra Señora de los Dolores. Tanto es así que en Septiembre del 2012, procesión por nuestro Pueblo con motivo de 75 aniversario, y en esta ocasión la acompañé vestida de mantilla, fui madrina de ella por un día y viví una experiencia que marcó mi vida y que será difícil de olvidar.
Por último, el sentir cofrade SE VIVE, SE DISFRUTA Y SE SIENTE, porque para mi ser CRISTIANA y ser COFRADE van unidos de la mano.
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